
Una lluviosa mañana de abril, sonó el teléfono, era para reportar una perrita enferma en la calle. En ese momento fuimos a rescatarla y cuando llegó a nuestro refugio, estaba triste, cansada y tenía mucha hambre; casi no podia abrir los ojos; sus párpados estaban muy irritados; le dolía terriblemente la piel; estaba invadida de sarna… pero “Niña” tenía un corazón valiente y generoso pero sobre todo, muchas ganas de vivir. Inmediatamente empezamos a curar sus ojos y su piel, lentamente, su cuerpo empezó a recuperarse. Hoy “Niña” sabe que es una perrita muy querida y tiene una casa para toda la vida.