
Una tarde de mayo tocan a la puerta del refugio, cual sería nuestra terrible sorpresa: era una señora que había rescatado, de los pasillos de un mercado, a un gato esquelético bañado en petróleo de arriba a abajo; el gato estaba muy asustado pero se dejaba tocar.
Era de vital importancia atenderlo en ese momento. Lo llevamos a la clinica veterinaria para que lo pudieran limpiar y atender esa misma tarde; los médicos nos advirtieron que perdería parte del pelo y de la piel. Después de muchos días en cuidados veterinarios especiales, un corazón humano muy generoso lo adoptó. Hoy “Copal” es un gato feliz y gordo.