Historia

A pesar de los casi 1800 animalitos y de la libertad que gozan en el Refugio Franciscano llevamos un estricto control de la salud de todos ellos que además son atendidos por especialistas altamente reconocidos y en clínicas y hospitales de primera. En ello justamente y en alimentación, se invierten la mayor parte de las aportaciones de todos nuestros queridos donantes, recordándoles que a nuestras instalaciones llegan los perros que nadie quiso y por lo general, con graves estragos físicos.

Se dice también por ahí que en Refugio los perros están hacinados y que se les niega toda posibilidad de adopción. Sobre lo primero, nada más falso, ya que cada uno cuenta con un metraje más que suficiente de acuerdo a los cánones más exigentes y con la libertad de movilizarse a su antojo. Respecto a lo segundo, aunque es la parte más difícil de esta labor de rescate si lo hacemos, siendo en eso, extremadamente cuidadosos para la adopción de nuestros perritos, misma sobre la que hacemos un férreo seguimiento que muchas veces incomoda a las personas. No se trata de deshacernos de ellos para quitarnos gastos y responsabilidades de encima, sino de darles la oportunidad real y verdadera de vivir como miembros de una familia humana; ya que con cada animalito que llega a nosotros, renovamos la promesa de que jamás vuelvan a reflejarse en sus ojitos el terror que vimos en las caras de Medea y Argos mientras esperaban la hora de morir.

Otro aspecto en el que como organización siempre hemos estado presentes de manera activa es en la elaboración de una legislación que permita y obligue un mejor trato y respeto a los animales, ello, desde que se promulgó la primera Ley de Protección a los Animales en el Distrito Federal de 1981.


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